Seis cosas que nunca debes decir a tu hijo
Sabes que no debes gritar, que no debes pegar, ni insultar. En fin,
que tienes que evitar perder los nervios con tu hijo. Así que sueles
reforzar lo positivo y tratas de felicitarle y decir "muy bien" cada vez
que puedes. Porque se trata de ser buena madre y a veces no sabes cómo
lograrlo (tranquila, les pasa a todas, hay hasta grupos en Facebook de
mujeres que se ríen de lo malas madres que son...).
Y un día, después de decirle a tu hija "lo has hecho muy bien, cariño", hojeas un artículo colgado en Twitter y lees que jamás debes decirle "muy bien" a tu hijo. ¿Entonces? ¿Entonces qué tengo que hacer?
Hay cuestiones obvias como las anteriormente citadas, pero hay otras que están en nuestro imaginario como positivas y que muchos expertos prefieren descartar. Aquí dejamos algunas pistas, pocas y concretas, sobre lo que no se debe hacer y decir a un niño, cosas que seguramente no te imaginabas. Y te contaremos los porqués.
Y un día, después de decirle a tu hija "lo has hecho muy bien, cariño", hojeas un artículo colgado en Twitter y lees que jamás debes decirle "muy bien" a tu hijo. ¿Entonces? ¿Entonces qué tengo que hacer?
Hay cuestiones obvias como las anteriormente citadas, pero hay otras que están en nuestro imaginario como positivas y que muchos expertos prefieren descartar. Aquí dejamos algunas pistas, pocas y concretas, sobre lo que no se debe hacer y decir a un niño, cosas que seguramente no te imaginabas. Y te contaremos los porqués.
- "Muy bien". El refuerzo positivo es necesario pero tienes que estar fundamentado. Se trata de aplaudir lo que tu hijo hace bien pero apoyándote, precisamente, en lo que hace. No vale un generalista muy bien. Es mejor señalar la virtud del hecho en cada momento: "Has subido muy rápido las escaleras", "Has pintado en un verde muy bonito este árbol"... Si se aplaude todo, corremos el riesgo de convertir al pequeño en un pequeño tirano.
- "Estoy ocupado". Esta frase supone que no tienes tiempo para tu hijo y si la oye repetidas ocasiones puede llegar a pensar que no es importante para ti. En lugar de decir un genérico "estoy ocupado", es mejor explicar con detalles lo que no nos permite estar con ellos. Aunque no lo parezca, lo entenderán y les servirá. Además, un niño de menos de cuatro años difícilmente sabrá pasarlo bien solo, admitámoslo...
- "¡Verás cuándo venga tu padre!" o ("¡Cuándo venga tu madre!" "¡Se lo voy a decir al profe"). Poner al otro progenitor como ejemplo de castigo es convertirlo en el malo de la película. Además, el niño aprende a través del miedo, lo que solo sirve para generarle inseguridad.
- "No llores". No pasa nada... Pues claro que pasa, sino el niño no lloraría. Además, llorar es una forma de comunicarse, sobre todo para un niño. Lo dice la terapeuta Jenn Berman, autora de varios libros sobre paternidad y del blog doctorjenn.com. El trabajo del padre es ayudar al hijo a comprender qué le pasa y a enfrentarse a ello. "Estás bien" no es la solución.
- "Te voy a...". Las amenazas no llevan a ninguna parte. Si se advierte de algo hay que llevarlo a cabo y si no pensamos en hacer nada, mejor callar. Pero es que además, amenazar a un niño es infundirle temor y no capacidad de entendimiento.
- Etiquetar, adjetivar, definir. No hay que decir eres si podemos decir estás. Katherine Kersey, profesora de Psicología en la Universidad de Norfolk y autora del libro The art of sensitive parenting (El arte de la paternidad sensible) alerta de las consecuencias que pueden tener sobre la personalidad del pequeño las etiquetas que le ponemos. Aunque sean buenas. Ni decir, claro, de las negativas: mejor desterrar de nuestro lenguaje frases del tipo "eres malo".